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La noche en que la rumba se presentó al mundo

Peret, los Amaya y Los Manolos pusieron la guinda final a los Juegos Olímpicos. Un punto y aparte para el género musical catalán que siempre ha “estado en la UCI”

Alfonso L. Congostrina
Los Manolos, en febrero, en Terrassa (Arriba). Página de EL PAÍS del 28 de julio de 1992.
Los Manolos, en febrero, en Terrassa (Arriba). Página de EL PAÍS del 28 de julio de 1992.Massimiliano Minocri

Constantino Romero se apoderó del micrófono: “Atletas, bajen del escenario”. Eran las 23.45 del 9 de agosto de 1992 y en el Estadio Lluís Companys se celebraba la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos de 1992. Barcelona se había mostrado al mundo y los organizadores reservaron la guinda final a la rumba catalana. Centenares de deportistas se apoderaron de un escenario que sólo estaba preparado para soportar las toneladas de arte de Peret, los Amaya y Los Manolos. La alegría casi acaba en tragedia. Gracias a la profunda voz de Romero los atletas bajaron del escenario y todo acabó en una anécdota.

En el diario del 28 de julio del 1992, un artículo de EL PAÍS predecía cómo sería el fin de fiesta olímpica: “A los atletas se les reserva un papel muy especial en el acto: al final de la fiesta se les invitará a bajar a la pista para que bailen a los sones de las rumbas catalanas que interpretarán Peret (que ha compuesto una canción dedicada a Barcelona, con el título de Hechicera), Los Manolos, los Amaya y los Gipsy Kings”. Con la tiranía que da el paso del tiempo, cabe corregir que la canción del rey de la rumba fue bautizada, en realidad, como Gitana Hechicera. Por qué no vinieron los Gipsy Kings y la relación que guardaban con Peret daría lugar a otro reportaje. Lo que sí adivinó el artículo es que aquella noche la rumba catalana se presentaba al mundo.

Página de EL PAÍS del 27 de julio de 1992.
Página de EL PAÍS del 27 de julio de 1992.

“Reunieron a tres generaciones de rumberos: Peret, los Amaya y nosotros”, recuerda Rogeli Herrero, uno de los integrantes de Los Manolos. Hasta entonces, la rumba le debía todo, según Herrero, a tres personas: “Peret, Gato Pérez y el Pescaílla”. Herrero reconoce que, tras aquella noche, el género no siempre ha pasado por buenos momentos: “La rumba siempre está en la UCI. Pero fue a partir de entonces, quizás unos años más tarde, que nacieron formaciones mestizas. Grupos que antes bebían del reggae o el ska, ahora lo hacían de la rumba. El género ha revivido con formaciones como los Aiaiai, Sabor de Gràcia, Rumba Vella o nosotros y otros con una rumba menos ortodoxa, como Itaca Band, Txarango, La Pegatina…”.

A finales de 2008, se celebró en el barrio barcelonés de Gràcia el primer simposio nacional de rumba catalana. A raíz de aquella cita surgió la asociación Fomento de la Rumba Catalana (Forcat), para dar visibilidad y unir esfuerzos a favor del género. Adrià Garriga, uno de los miembros de Forcat y representante de grupos como La Màlaga, asegura que “la ceremonia de clausura fue un punto y a parte. Sirvió para incorporar el Amigos para siempre y el All my loving al repertorio de fiestas mayores, bodas y comuniones, pero poco más”. Garriga es crítico y cree que aquella apuesta por la rumba “no sirvió para que las Administraciones traten al género como tratan a la sardana. Cada domingo hay dinero para llevar sardanas en barrios y pueblos y en cambio cuesta mucho que contraten conciertos de rumba”.

Los Manolos no cantaron el Amigos para siempre la noche del 9 de agosto de 1992. El pasado martes, la guinda de la fiesta del 25 aniversario de los Juegos era un concierto de ellos. Una tromba de agua obligó a suspender la función. Todavía no habían interpretado el himno de la cita olímpica.

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