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Claves de la crisis de deuda de Estados Unidos, un riesgo de impago que inquieta al mercado

El actual límite máximo, de 31,4 billones de dólares, se alcanzó el pasado 19 de enero. Las coberturas de impago rondan máximos históricos

Fernando Belinchón
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, en una imagen de archivo.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, en una imagen de archivo.JIM LO SCALZO (EFE)

La posibilidad de que la primera potencia económica del mundo no pueda seguir pagando su deuda parece impensable, pero es real. Este martes, los demócratas y los republicanos se reunieron buscando, sin éxito, un acuerdo que permita aumentar el conocido como techo de deuda. Este es un límite que fija cuánto dinero puede deber como máximo la nación más poderosa del planeta. Los 31,4 billones de dólares de deuda máxima se alcanzaron el pasado 19 de enero, desde entonces, las medidas extraordinarias adoptadas por el Tesoro de Estados Unidos han permitido seguir afrontando pagos. Pero ahora el tiempo se agota. El lunes, la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, envió una carta al Congreso apremiando a los políticos a actuar de forma inmediata. De no haber un acuerdo, Estados Unidos se aboca a no pagar a sus acreedores.

“En mi misiva del 1 de mayo, resalté que nuestra mejor estimación era que el Tesoro sería incapaz de seguir satisfaciendo sus obligaciones a comienzos de junio si el Congreso no eleva o suspende el techo de deuda antes de esas fechas. En esa ocasión, comenté que es imposible predecir con exactitud la fecha concreta. Con información adicional en mi poder, informo al Congreso de que el Tesoro no podrá afrontar los pagos tan pronto como el 1 de junio”, ha escrito Yellen.

Detrás de la suspensión de pagos que pende como una espada sobre el Gobierno de Estados Unidos está un peculiar sistema de gestión de deuda que se remonta a la primera guerra mundial. Entonces, en medio de un gasto disparado por la intervención en el conflicto que asoló Europa, se fijó que el Congreso marcaría el límite de endeudamiento máximo que puede contraer el Gobierno federal. En caso de necesitar aumentarlo, solo tenía que pedirse. Así se ha hecho con éxito una y otra vez. Según el Departamento del Tesoro estadounidense, desde el año 1960 el techo de deuda se ha elevado, modificado o temporalmente extendido en un total de 78 ocasiones, 49 a cargo de un Gobierno republicano y 29 de uno demócrata. Aunque todos en Estados Unidos están de acuerdo en la inconveniencia que supondría no pagar a los acreedores, las disputas políticas entre unos y otros están dificultando una nueva patada hacia adelante a la pelota de deuda.

¿Qué pasa si hay un impago?

Lizzy Galbraith, economista política de Aberdn, explica que en el caso de que se incumpliera la fecha límite, una situación poco probable pero posible, el Gobierno se vería obligado a recortar significativamente su gasto, posiblemente recortando o poniendo fin al pago de pensiones y prestaciones, lo que afectaría a los ingresos de los estadounidenses.

La Casa Blanca ha publicado una nota en la que evalúa el impacto de un incumplimiento, que muestra un aumento significativo del desempleo en EE UU, pérdidas en el PIB estadounidense y volatilidad en los mercados de renta variable y renta fija. François Raynaud, gestor de fondos multiactivos en Edmond de Rothschild AM, analiza sobre estas consecuencias de la Casa Blanca que “las estimaciones de los efectos económicos de la Casa Blanca en el tercer trimestre de 2023 oscilan entre el -0,3% y el -6,1% de PIB anualizado estadounidense. Teniendo en cuenta que EE UU representa el 15% del PIB mundial, el impacto para la economía global podría ascender hasta el -0,9% en el escenario más grave, aunque el más improbable”.

¿Puede afectar a Europa?

Sí. Y por varios motivos. “La UE podría verse indirectamente afectada por una ralentización económica debida a un retraso o a un breve impago, pero con un impacto limitado. En un escenario grave, las consecuencias debidas a la crisis de confianza vinculada a un impago deberían ser mucho más impactantes y podrían acelerar el timing o empeorar la fuerza de una desaceleración”, escribe Raynaud.

Al observar quiénes son los tenedores de la deuda estadounidense, se obtiene una lista de potenciales afectados directos. La Reserva Federal es la mayor propietaria de deuda de EE UU, con 5,22 billones de dólares en su poder a marzo de 2023 según los datos de Bloomberg. Le sigue Japón, con 1,08 billones de dólares, China con 869.000 millones y Reino Unido con 714.000 millones.

Bélgica (336.000 millones), Luxemburgo (328.600 millones), Suiza (305.400 millones), Islas Caimán (288.500 millones), Irlanda (253.000 millones), Canadá (245.300 millones) y Taiwán (239.500 millones) completan la lista de los mayores propietarios de deuda estadounidense.

“Un impago de la deuda estadounidense provocaría graves perturbaciones para el dólar. Dado que más de la mitad de las reservas mundiales de divisas se mantienen en dólares, esto tendría un grave impacto adverso a nivel mundial. Como es probable que EE.UU. se enfrente a una grave recesión, es previsible que Europa también se vea arrastrada a una recesión debido a los fuertes vínculos económicos entre ambos mercados”, opina Galbraith.

¿Ya ha habido impagos en el pasado?

Sí. Denis Shen, analista de deuda soberan de Scope Ratings lo recuerda. “Estados Unidos ya ha dejado de pagar deuda en otras ocasiones. El ejemplo más reciente de suspensión técnica de pagos se produjo en 1979, debido en parte al abuso partidista del techo de la deuda. Los mercados no deben suponer automáticamente que los conflictos sobre el techo de deuda se resuelven inevitablemente en un abrir y cerrar de ojos”, advierte.

En 2011, Estados Unidos estuvo durante dos días en impago. “Las crisis de techo de deuda parecen más peligrosas cuando un presidente demócrata se enfrenta a un Congreso dividido como el actual. El episodio actual es similar a 2011, cuando el presidente Barack Obama se enfrentó a una Cámara republicana que estipulaba reducciones del gasto. Las medidas extraordinarias se agotaron y el impago de la deuda se produjo dos días antes de que se elevara el techo”, recapitula Shen.

Paul Grainger, responsable de renta fija global y divisas de Schroders, también alude al episodio de 2011. “La reacción del mercado estuvo ligada a una grave pérdida de confianza, con los bonos del Tesoro repuntando a pesar de perder su calificación AAA, las divisas refugio registrando mejores resultados y los diferenciales de crédito ampliándose”. No obstante, el experto llama a la cautela a la hora de hacer comparaciones con entonces, porque ahora, la economía estadounidense está al final del endurecimiento de tipos más agresivo de los últimos 40 años y afronta el viento en contra del endurecimiento de las condiciones crediticias tras las turbulencias bancarias.

¿Qué consecuencias está teniendo en el mercado?

Las tensiones sobre el techo de la deuda ya tienen consecuencias económicas. El mercado está respondiendo a los riesgos evitando la deuda con vencimiento en junio, julio y agosto, y subiendo el precio de los Credit Default Swaps (CDS, los seguros de impago) hasta rondar máximos históricos.

Captura de pantalla de Bloomberg en la que se aprecia como los CDS a 6 meses de EE UU están rondando máximos.
Captura de pantalla de Bloomberg en la que se aprecia como los CDS a 6 meses de EE UU están rondando máximos.

“En las próximas semanas podrían intensificarse las tensiones en los mercados, ya que lo más seguro es que se llegue a un acuerdo de última hora para elevar el techo de la deuda. También es posible una rebaja de la calificación crediticia de EE UU aunque se alcance un acuerdo, como ocurrió en 2011″, comenta Galbraith.

“La historia demuestra que la volatilidad aumenta más cerca de la fecha clave. Aunque el mercado es consciente de esta tendencia, puede que esta vez la volatilidad aumente antes. Según nuestro análisis, los mercados estarían anticipando una desaceleración cíclica más intensa, lo que provocaría una ampliación del crédito. En otras palabras, el rendimiento de los bonos de alto rendimiento sería inferior al de los bonos con grado de inversión, la deuda pública repuntaría y el dólar estadounidense se debilitaría, especialmente frente a divisas defensivas como el yen japonés”, dice por su parte Grainger.

¿Qué es lo más probable que ocurra?

Que haya un acuerdo. Libby Cantrill, economista de PIMCO, reflexiona sobre el tema, y sus conclusiones bien podrían describirse como un tira y afloja del que los republicanos esperan obtener las máximas concesiones posibles.

“A pesar de la histeria y las probabilidades catastrofistas de impago y rebaja de la calificación crediticia, se sigue avanzando en la resolución del problema del techo de la deuda, con reuniones “constructivas” y “productivas” entre ambas partes durante el fin de semana y ayer. Esto es coherente con nuestra opinión de que nadie en Washington tiene ningún incentivo para ver a los EE.UU. en una situación de impago, pero todos los incentivos para tratar de extraer tantas concesiones como sea posible a cambio de un aumento del techo de la deuda. Por supuesto, es probable que haya más vueltas y revueltas hasta que se llegue a una resolución, ya que nadie está realmente incentivado para comprometerse antes de la fecha límite, e incluso cuando se llegue a un acuerdo, todavía tendrá que exponerse a los miembros de base. No obstante, seguimos confiando en que se llegue a un acuerdo a tiempo para evitar cualquier tipo de descalabro. Tampoco creemos que vaya a haber un acuerdo a corto plazo, dado que exactamente cero personas en Washington parecen quererlo”, concluye.

La última encuesta de gestores de Bank of America, que pregunta a los responsables de varios de los fondos de inversión más importantes del mundo por sus preocupaciones, arroja que un 71% de los encuestados espera que se alcance un acuerdo antes de la fecha límite. No obstante, aunque la opinión del pacto es mayoritaria, hay más pesimismo que en la edición de la encuesta del mes anterior. Entonces, el 80% de los encuestados pensaba que el acuerdo es la opción más realista.

“Nuestro escenario de referencia contempla que el Gobierno federal aumente o suspenda el techo de deuda en el último momento, tras llegar a un acuerdo sobre algún tipo de programa de reducción del gasto. No obstante, el riesgo en torno a esta crisis del techo de deuda es el más elevado de los últimos diez años, y los riesgos para las calificaciones son más pronunciados que nunca, en una época de mayor polarización política y déficits más elevados tras las recientes crisis económicas”, sostiene Shen.

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Sobre la firma

Fernando Belinchón
Madrid. 1994. Máster en periodismo económico por la Universidad Rey Juan Carlos. Redactor de la Mesa Web de CincoDías. En el periódico desde 2016.

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