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Dubái, un país sin miedo a los desafíos

El emirato vende arte, sol y playa, desierto y ‘shopping’ Un viaje al lujo, pero con oferta para todos los bolsillos

Las excursiones al bonito desierto de dunas se han convertido en un producto turístico.
Las excursiones al bonito desierto de dunas se han convertido en un producto turístico.Inma Moscardó (Cinco Días)

Nada más aterrizar en el imponente aeropuerto internacional de Dubái uno percibe que tanto empaque no es casual ni gratuito. Por allí pasan casi 50 millones de personas al año –de ellos, 16 millones son turistas y poco más de 100.000, españoles–, lo que le convierte en uno de los más transitados del mundo; es también uno de los más modernos y grandes.

Y modernidad y grandiosidad parecen las dos palabras que mejor definen este pequeño emirato para el que parece no haber retos. De por sí, su ubicación, entre el desierto y el mar de Arabia en el golfo Pérsico, es un desafío permanente, por más que se empeñe en vencer a la naturaleza ganando terreno al secarral y a las aguas. Dubái es una de las siete ricas naciones que forman los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y su historia, que apenas se remonta a cinco décadas atrás, está ligada a la de la omnipresente familia reinante Al Maktum.

Al salir del aeródromo le espera una especie de neblina que parece envolverlo todo. Es la calima del desierto y le sacudirá una bofetada de calor, vaya en la época que vaya, soportable, salvo en los meses de verano; quizás por eso apenas hay aceras, salvo en el bulevar del jeque Mohammed Bin Rashid, flanqueado de tiendas de lujo, restaurantes y hoteles de cinco estrellas.

Dubái no es lugar para dar grandes paseos y quizás también por ello los dubaitíes se mueven como pez en el agua por sus monumentales centros comerciales, pequeños grandes oasis dentro de la gran capital donde igual puede bucear con tiburones en un gran acuario que comprarse un ferrari, jugar al hockey sobre hielo, pasar el rato de tienda en tienda o tomarse un helado o un té.

Para trasladarse de un sitio a otro puede utilizar las tres líneas del modernísimo metro de la ciudad ­–el billete cuesta entre uno y doce euros según la distancia que recorra e incluso podrá toparse con el mismísimo emir Mohamed bin Rashid Al Maktum, según una leyenda urbana que asegura que lo utiliza en sus desplazamientos.

El tráfico en Dubái es denso, pero fluido y las carreteras llenas de coches de alta gama y deportivos. Como curiosidad sepa que las matrículas del 0 al 10 están reservadas a la familia real y cuánto más baja sea la cifra más cara será la placa y más alto el poder adquisitivo del propietario del auto. Casi todos los hoteles disponen de servicio de taxis con precios muy razonables por trayecto.

La ciudad vertical

The Frame, uno de los iconos de la ciudad.
The Frame, uno de los iconos de la ciudad.Getty Images

En su recorrido por la metrópoli sin techo, apreciará que los rascacielos imponentes, de acero y cristal, dominan el perfil de residencias, oficinas, hoteles o centros comerciales. El más famoso y descomunal es el Dubai Mall, con más de 1.200 tiendas y 150 restaurantes en su interior. Su ubicación es ya de por sí espectacular, en la base del Burj Khalifa, el edificio más alto del mundo con 828 metros de altura y uno de los emblemas de la ciudad que da nombre al emirato y que este año cumple su décimo aniversario.

Será el más alto hasta que la Dubai Creek Tower, desafiando las leyes de la gravedad, esté terminada y le supere. Otro icono fantástico es el Burj Al Arab, un impresionante edificio en forma de vela que alberga el único hotel siete estrellas del mundo.

Otro emblema que le quitará el hipo –sobre todo si se atreve a cruzar su pasarela de cristal a 150 m del suelo– es el dorado The Frame, un gigantesco marco que, según desde donde se mire, verá el skyline de la moderna metrópoli o el de la ciudad antigua. El último icono en añadir récords a la ciudad es la gigantesca noria Ain Dubai.

De vuelta al origen

Al Fahidi, en Bur Dubai, el distrito más antiguo.
Al Fahidi, en Bur Dubai, el distrito más antiguo.Inma Moscardó (Cinco Días)

Sí, Dubái también tiene una ciudad vieja o, al menos, la más antigua, teniendo en cuenta que hace apenas medio siglo este país era un pueblo de pescadores, comerciantes y nómadas, con una población de solo 60.000 personas, hoy apenas llega al 1,5 millones y solo el 20% son nacionales.

Los distritos históricos son Bur Dubai y Deira, separados por el Dubai Creek, un canal navegable del Golfo. Un paseo en el tiempo que le familiarizará con la cultura y las costumbres locales, entre calles estrechas, viejas construcciones de adobe, hoy convertidas en galerías de arte, museos y acogedores restaurantes en uno de los barrios más antiguos, Al Fahidi. Muy cerca de él, al sur de Dubai Creek está Al Bastakyia, otra de las zonas con más encanto que le conducirá a otra época, al Dubái de las torres del viento, un tipo de construcción que permite la ventilación natural del interior los edificios.

Embarcación local en la ría de Dubai Creek.
Embarcación local en la ría de Dubai Creek.Inma Moscardó (Cinco Días)

Al otro lado de la ría, necesitará tomar una de las típicas abras, las tradicionales embarcaciones de pescadores que funcional como barcos taxis está Deira. Allí se concentran los zocos, ordenados por productos; los más singulares, los de las especias y el oro, no encontrará tantos quilates en tan pocas calles y en 300 tiendas.

Otro Dubái

Hay también un Dubái de aventura, de sol y playa y de fiesta nocturna. El primero, lo protagonizan las excursiones a la preciosa reserva natural del desierto Margham con sus impresionantes dunas naranjas, casi siempre en 4x4, donde expertos conductores ponen el alma de los turistas en vilo con sus derrapes y saltos imposibles. No se pierda tampoco la bella puesta de sol. Tras la ruta puede asistir a un turístico y típico espectáculo de danzas orientales, halcones, pasear en camello o disfrutar de una cena en el desierto dependiendo del pack que haya contratado.

En Kite Beach, con la vista en el horizonte que traza la silueta del Burj Al Arab, se localiza una de las playas más ambientadas de Dubái donde, juntos pero no revueltos, se bañan extranjeros y locales. Las foráneas pueden utilizar bikini, pero las muestras de afecto al abrigo de las olas mejor en la intimidad del hotel. Cometas, kite surfistas o windsurfistas se disputan relajadamente su trozo de cielo y costa.

Café en AlSerkal Avenue, el barrio industrial de Dubái.
Café en AlSerkal Avenue, el barrio industrial de Dubái.Inma Moscardó (Cinco Días)

Hipsters, bohemios, alternativos y diseñadores y artistas de todo tipo se dan cita en AlSerkal Avenue, un barrio industrial entre cuyas naves proliferan galerías de arte, tiendas conceptuales y variopintas, modernos cafés y talleres.

Si busca algo de relajo por las noches, puede disfrutar de alguno de los impresionantes espectáculos de La Perle (desde 90 euros) o acercarse a la zona de moda, Dubai Marina, el mayor puerto deportivo del mundo, con un animado paseo marítimo. Allí se ubican algunos de los rascacielos más altos del planeta, terrazas y restaurantes. En el cosmopolita distrito JBR (Jumeirah Beach Residences) podrá observar los lujosos cochazos en los que se pasean los jóvenes ricos dubaitíes, para nuestra envidia.

Taller de zapatos en AlSerkal Avenue.
Taller de zapatos en AlSerkal Avenue.Inma Moscardó (Cinco Días)

En Dubái todo es a lo grande y parece que en este país no hay ningún reto imposible. Este año será cita obligada en el calendario internacional. Allí se celebrará a partir del 20 de octubre la Exposición Universal, la primera que acoge un país de Oriente Medio y que promete atraer a más de 25 millones de turistas, el 70% de ellos extranjeros. Y más récords: cada país tendrá su propio pabellón por primera vez en la historia y por primera vez también participarán 192 naciones bajo el lema Conectando mentes, creando el futuro.

¿El petróleo? Fue la gallina de los huevos de oro, les permitió convertirse en un país rico y en una de las economías más dinámicas del mundo, pero el crudo es un bien finito, ya no dependen de él.

Piscina del hotel Barceló Dukes The Palm.
Piscina del hotel Barceló Dukes The Palm.

A la sombra de la palmera

The Palm Jumeirah. Es una isla artificial en forma de palmera y una de las zonas más elitistas, también una construcción emblemática. Sobre cada una de sus hojas se han edificado hoteles y residencias de lujo –algunas son propiedad de celebrities y familias reales– y allí se ubica el cinco estrellas de Barceló Dukes The Palm, a Royal Hideaway.

El hotel, en primera línea de mar, cuenta con playa privada y piscina infinity, sofisticadas habitaciones y apartamentos con vistas al skyline Dubai Marina; tiene una gran piscina interior climatizada y gimnasio con vistas, seis restaurantes, entre ellos, el reputado Khyber, de cocina india y el steakhouse West 14th y siete grandes salas de reuniones que junto con su amplia zona exterior ajardinada le da un plus para los viajes MICE.

Si viaja con niños, el hotel tiene un programa de animación para entretener a los peques. No se pierda una visita al Dukes Bar y pruebe alguno de sus afamados cócteles. En los grandes hoteles no tendrá problemas para tomar alcohol. Desde 200 euros noche en Barcelo.com.

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