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“Irán ya casi tiene material nuclear para una bomba, pero un arma atómica requiere más que eso”

El director general del OIEA considera que no existe la posibilidad de un retorno lineal y automático al acuerdo de 2015 y pide que se saquen las inspecciones de la negociación

Ángeles Espinosa
El director del OIEA, Rafael Grossi, a su regreso a Viena tras lograr un entendimiento técnico con Irán, a finales de febrero.
El director del OIEA, Rafael Grossi, a su regreso a Viena tras lograr un entendimiento técnico con Irán, a finales de febrero.DPA vía Europa Press (Europa Press)

Al frente del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) desde diciembre de 2019, Rafael Mariano Grossi (Buenos Aires, 60 años) acaba de evitar una nueva crisis con Irán al lograr, el mes pasado, un compromiso que amplía el tiempo para reactivar acuerdo nuclear firmado en 2015 por ese país y las grandes potencias, pero que Estados Unidos abandonó tres años después. “Irán ya tiene suficiente material para una bomba, pero obtener un arma nuclear requiere más que eso”, asegura Grossi.

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El diplomático argentino reconoce que dedica “bastante” tiempo al asunto iraní, pero destaca el “vastísimo trabajo” del OIEA, en especial el apoyo que durante la pandemia ha dado a 128 países con tecnología y equipos para hacer pruebas PCR, “que se basan en la tecnología nuclear”. “El OIEA es como Hamlet. Tiene dos caras: una cara estratégica, política, Irán, Corea del Norte, las armas nucleares, la no proliferación; y otra, que es la que más interesa a la gran mayoría de los países miembros, que es la cooperación técnica”, explica durante una conversación por teleconferencia desde su sede en Viena.

Pregunta. Esta semana ha pedido a EE UU e Irán que den pasos para restablecer el acuerdo nuclear. ¿Cuáles en concreto permitirían romper el actual bloqueo?

Respuesta. Esto es un ballet y cada bailarín tiene que hacer su papel. ¿Quién tiene que dar el primer paso? ¿El que se fue del acuerdo o el que se quedó, pero tiene una situación problemática? Yo creo que todos tienen que dar pasos. Todos. Y tienen que hacerlo rápido. Nosotros intentamos que la diplomacia tenga espacio para actuar. Con ese objetivo, en Teherán en febrero y también ahora en marzo, en la Junta de Gobernadores, hemos negociado arduamente para preservar ciertos arreglos mínimos en materia de inspecciones. Todos sabemos que esto es complejo. No existe la posibilidad de un retorno lineal y automático al acuerdo de 2015 porque ha pasado mucha agua debajo del puente. Irán ha enriquecido mucho más material y a niveles mucho más altos de lo permitido por el acuerdo. Mi mandato no tiene nada que ver con las sanciones, ni con las concesiones, ni con los incentivos. Pero sí tenemos un papel indispensable en la determinación de lo que está sucediendo y de lo que se vaya a permitir a los iraníes en el futuro.

P. Ese aumento de la capacidad de enriquecimiento de Irán hace que alguno de sus vecinos alerte de que pronto tendrá suficiente material para construir una bomba. Con los datos de los inspectores, ¿existe ahora mismo ese peligro? ¿cuánto falta para que sea irreversible?

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R. Informamos regularmente a la Junta de Gobernadores. Irán ya está muy cerca de la cantidad mínima de material nuclear para el cual no puede excluirse la posibilidad de que fuese utilizado para construir un artefacto, si no lo tiene ya. Pero esto en sí mismo no es un peligro. Es un dato importante. Pero obtener un arma nuclear requiere más que eso. De hecho, existe material para hacer bombas en muchos países de Europa, o en Japón, y eso no implica automáticamente que exista un desarrollo bélico. En el caso de Irán, habida cuenta de que es un país que en el pasado fue encontrado en distintas oportunidades en violación de sus compromisos, esto adquiere un carácter especial. Y los propios iraníes implícitamente entran en esta dinámica a partir del momento en que quieren enriquecer más y más. Lo importante es que haya una presencia internacional para saber lo que esté ocurriendo.

P. Ahora mismo ¿vale con regresar al acuerdo nuclear que existía o hace falta uno nuevo?

R. No lo sé. Este acuerdo reflejó la voluntad de las partes en un momento dado y permitió un nivel de inspecciones importante, que ahora está muy reducido. El escenario y las características del acuerdo los tienen que poner los participantes. Lo importante es que no haya un desarrollo bélico, que Irán no prolifere, que no fabrique un arma nuclear. Lo que yo necesito para dar a la comunidad internacional esas garantías es que mis inspectores puedan tener el acceso que necesitan. De otra manera, es imposible. Eso es lo que a mí me preocupa.

P. Usted parece tener buena mano con los iraníes. En su primera visita, el año pasado, logró que aceptaran inspecciones a dos sitios sospechosos rechazados hasta entonces. Ahora cuando iban a recortar el acceso de los inspectores, consiguió un arreglo temporal para amortiguar su efecto. ¿Cómo está funcionando y qué les ha permitido?

R. Lo que hicimos fue un remiendo para tratar de mantener lo mínimo necesario y ahí es donde juega la diplomacia. Hay que ir, entenderlos, saber que hay una ley que ellos han aprobado y que no pueden no cumplir. El arte está en encontrar una manera de circunvalar, no engañar a nadie, circunvalar las disposiciones de la ley y, sin que ellos violaran esa ley, permitirnos a nosotros de una manera técnica mantener el monitoreo funcionando. Nuestras cámaras siguen grabando, los monitores de flujo siguen registrando, los sistemas en línea siguen recibiendo la información, pero esta queda almacenada en Irán. Ellos no pueden tocarla; está bajo nuestra custodia. Al final de los tres meses de este arreglo, si todo va bien, tendremos acceso a esa información y podremos reconstruir todo lo que sucedió en cada uno de los flujos durante esos 90 días.

P. Entonces, hasta que no pasen los 90 días y puedan tener acceso a esas grabaciones no se verá el resultado…

R. Sí, pero tenemos la capacidad de saber lo que está ocurriendo [aunque] no lo podemos probar. Sabemos perfectamente en cada instalación, con la maquinaria que hay, con el tipo de equipo que tienen, cuánto pueden estar produciendo. Lo comprobaremos cuando termine este plazo. O no. Porque esto es una negociación, no una imposición. Si no hay un acuerdo político mayor, Irán no nos dará esta información y la destruirá. Hemos comprado tiempo.

P. ¿Ha tenido en algún momento la sensación de que Irán está utilizando al OIEA, las inspecciones, como moneda de cambio en su negociación con EE UU?

R. No sé cuáles son las intenciones, pero de hecho fue el caso porque evidentemente la capacidad o no de inspeccionar estaba incluida dentro del PIAC [Plan Integral de Acción Conjunta, nombre oficial del pacto nuclear], e Irán pudo utilizar eso como moneda de cambio. Les he dicho tanto a los iraníes como a las otras partes del PIAC que no pongan las inspecciones del OIEA en la lista de la negociación. Las inspecciones no pueden ser un premio o un castigo, sino la base indispensable sobre la cual se puede construir [un acuerdo] y ahí sí que ya no es mi terreno.

P. El Reino Unido ha anunciado que va a aumentar un 40% su arsenal nuclear. ¿Le preocupa eso al OIEA?

R. En principio no, pero en general sí. El OIEA no es un organismo de desarme, sino de no proliferación. El Reino Unido es uno de los cinco países que fueron reconocidos dentro del Tratado de No Proliferación (TNP) porque a su firma ya tenían armas nucleares y por lo tanto su posesión está prevista. Pero el artículo 6 del TNP dice que todos aquellos que tienen armas nucleares tienen que dar pasos hacia el desarme nuclear. Es un compromiso de todos los países, incluido el Reino Unido. Supongo.

P. Más allá del riesgo de proliferación, la energía nuclear también resulta controvertida en muchos países. Sin embargo, usted defiende que puede ser una alternativa ante el reto del cambio climático. ¿Por qué?

R. Es un tema de interés social. No es una idea mía. La energía nuclear ya hoy está jugando un papel contra el cambio climático: es un 10 o un 12 % de la energía en el mundo y un tercio de las energías limpias. De hecho, el Panel Internacional sobre Cambio Climático, que no es precisamente un grupo de lobistas nucleares, ha reconocido que sin un aporte de energía nuclear la descarbonización de la economía global es prácticamente imposible. En los países que tienen una mayor dependencia del carbón y una mayor emisión de gases de efecto invernadero, como China y la India, ven lo nuclear como una alternativa indispensable. Encuentro paradójico que algunas personas estén en contra por razones que no son científicas o técnicas sino ideológicas. Piensan en Chernóbil. Hay un tema reputacional serio y que desde el sector nuclear no se debe banalizar ni negar. Lo que hace falta, y también ahí el OIEA tiene un gran papel que hacer, es que la industria nuclear opere de una manera segura.

P. Emiratos Árabes Unidos va a acoger a finales de este año un ejercicio de emergencia nuclear grave denominado ConvEx-3. ¿Por qué en este país y qué mensaje envía esa elección?

R. Hace 25 años nadie hubiera imaginado que un país del Golfo iba a estar desarrollando energía nuclear. ¿Para qué? ¿Por qué? Hoy lo sabemos. Quieren diversificar su matriz, utilizar la energía nuclear para la desalinización, para la producción de hidrógeno, para poder exportar más su materia prima y principal fuente de riqueza. Toman una decisión inteligente. Para nosotros es muy importante que estos países, no sólo Emiratos, sino todos los nuevos países nucleares, trabajen muy cerca de nosotros para garantizar las buenas prácticas y la institucionalidad que es imprescindible. Los viejos actores nucleares como España, mi propio país, Argentina, los europeos o Rusia, tienen medio siglo de aplicación de estándares y establecimiento de reguladores. Un país como Emiratos es un desafío enorme. Por eso tratamos de hacer ejercicios, además de formación y capacitación constante, de modo que ellos en la operación de sus plantas tengan el respaldo necesario. Y que el resto, los países vecinos y la comunidad internacional, puedan dormir tranquilos.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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