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El príncipe Andrés llega a un acuerdo para zanjar la demanda por abuso sexual de Virginia Giuffre

La joven, una de las víctimas de la red de explotación de Jeffrey Epstein, asegura que el hijo de la reina de Inglaterra la agredió cuando era menor de edad

El príncipe Andrés de Inglaterra, en Norfolk (Reino Unido), el 19 de enero.
El príncipe Andrés de Inglaterra, en Norfolk (Reino Unido), el 19 de enero.CHRIS RADBURN (REUTERS)

El príncipe Andrés de Inglaterra y Virginia Giuffre, víctima del pedófilo millonario Jeffrey Epstein, han alcanzado un acuerdo extrajudicial para zanjar la demanda que Giuffre presentó contra el duque de York por abuso sexual, según un documento presentado este martes ante el tribunal de Manhattan, Nueva York. La mujer, de 38 años, lleva una década acusando públicamente al tercer hijo de Isabel II, de 61, de haberla violado cuando era menor de edad, durante unos encuentros orquestados por el magnate neoyorquino, que se suicidó en la cárcel mientras esperaba un juicio por tráfico sexual de menores y conspiración.

La cantidad que le pagará el príncipe Andrés a Giuffre es confidencial, según notificaron las partes en una declaración conjunta. El diario The Daily Telegraph, sin embargo, ya ha adelantado que podría suponer más de 14 millones de euros. Y lo que es más importante: según ese mismo diario, Isabel II pondría de su propio patrimonio varios de esos millones. El duque de York “tiene la intención de hacer una donación sustancial” a la organización fundada por la demandante, Victims Refuse Silence (Las víctimas rechazan el silencio), que ayuda a supervivientes de abuso sexual a contar su historia.

Foto de archivo de 2019 de Virginia Giuffre en una rueda de prensa fuera del tribunal de Manhattan en Nueva York.Foto: BEBETO MATTHEWS (AP) | Vídeo: EPV

En las últimas semanas, el equipo jurídico de Andrés de Inglaterra había desplegado una estrategia que hacía creer que el hijo de Isabel II llevaría hasta el final su batalla judicial. Habían reclamado que el juicio fuera con jurado popular, una forma de garantizar la publicidad y espectacularidad del proceso en los medios, y presionaban a la demandante para que entregara la copia original de la famosa foto en la que el príncipe la agarraba de la cintura en el apartamento londinense de Ghislaine Maxwell, la novia y cómplice de Epstein en la captación de menores para someterlas a abusos sexuales. En diciembre, la hija del magnate británico de la prensa Robert Maxwell fue declarada culpable de cinco delitos contra la libertad sexual de menores por un jurado popular estadounidense. El entorno del duque de York ha sostenido desde un principio, sin pruebas, que la foto de la polémica era en realidad un montaje y que el duque nunca estuvo en esa vivienda con la joven.

Las acusaciones contra el príncipe, apartado por la reina de sus tareas de representación pública en 2019 y despojado de sus títulos militares y patronatos reales el mes pasado, han desencadenado la peor crisis de imagen de la corona británica desde la muerte de Lady Di. El juicio en su contra, de haberse celebrado, habría coincidido con el año del Jubileo de Platino de Isabel II: los 70 años de reinado que el Palacio de Buckingham quiere aprovechar, con una serie celebraciones y actos públicos, para enderezar la imagen de la monarquía y consolidar la sucesión en el trono de Carlos de Inglaterra. De hecho, el primer anuncio del Jubileo fue la petición expresa de la monarca de que Camilla Parker-Bowles pudiera tener el título de reina consorte cuando su esposo sea rey.

La Casa Real británica había hecho lo posible por someter a Andrés a un ostracismo público y social, con el fin de que sus problemas jurídicos no enturbiaran las celebraciones. Y quedó claro, a través de las filtraciones anónimas a los medios que normalmente comunican los deseos del Palacio de Buckingham, que Isabel II respiraría tranquila si su hijo cerrara —como parece haber hecho finalmente— todo el escándalo con un acuerdo extrajudicial. De hecho, el entorno de la reina había querido dejar claro desde un principio que no aportaría ni una sola libra para la defensa jurídica del duque de York, aunque finalmente, según han señalado los medios británicos, la monarca ha acabado echando una mano a su hijo favorito para dejar atrás un asunto tan turbio. Un litigio como el que se avecinaba podía suponer millones de dólares. Andrés vendió hace apenas un mes su chalet en los Alpes suizos, valorado en más de 17 millones de euros.

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Las claves que explican que el duque de York y Virginia Giuffre accedieran finalmente a cerrar un “principio de acuerdo extrajudicial” son dos. En primer lugar, queda establecido claramente el papel de Giuffre como víctima de la historia. “El príncipe Andrés nunca tuvo intención de difamar a la persona de la señora Giuffre, y acepta que ha sufrido tanto como una demostrada víctima de abusos como por el resultado de los ataques públicos recibidos”, dice el acuerdo presentado ante el juez en Manhattan. Con esto, el príncipe logra evitar un reconocimiento directo de culpa, pero admite la condición de víctima de su demandante.

La segunda es que con el pago de una cantidad no desvelada a una organización de ayuda a las víctimas, el duque de York intenta lavar su imagen y expiar las culpas por su relación con Epstein: “[El duque de York] se compromete a demostrar su arrepentimiento por su asociación con Epstein a través del apoyo a la lucha contra el tráfico sexual y a las víctimas de este”, dice el texto. Añade además: “Se sabe que Jeffrey Epstein traficó con innumerables niñas durante muchos años. El príncipe Andrés lamenta su asociación con Epstein y celebra la valentía que ha tenido Giuffre y otras supervivientes al defenderse a sí mismas y a los demás”.

El acuerdo llega unas semanas antes de la cita judicial prevista para que el duque de York respondiera a las preguntas de los abogados de Giuffre desde el banquillo. El abogado de Giuffre, David Boies, afirma en el documento presentado al tribunal que solicitará el archivo del caso en el plazo de un mes. En la demanda presentada en agosto, la mujer acusó a Andrés de haber abusado sexualmente de ella entre 2000 y 2002, cuando tenía menos de 18 años, en el apartamento londinense de Ghislaine Maxwell, en la mansión de Epstein en Manhattan y en su isla privada, Little St. James, en las Islas Vírgenes de Estados Unidos.

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