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Prisión para cuatro jubilados alemanes por secuestrar a su asesor fiscal

En junio de 2009, cuatro jubilados alemanes que habían perdido sus ahorros por la crisis decidieron recuperarlos cometiendo un delito. Los pensionistas, con edades comprendidas entre 60 y 80 años, secuestraron a su asesor financiero, lo encerraron en una casa y trataron de obligarle a que les transfiriera dos millones y medio de euros.

Un tribunal de Traunstein, en Baviera, los condenó ayer a penas de entre 18 meses y seis años de prisión. El jefe de la llamada banda de los jubilados, el arquitecto retirado Roland Kaspar, pasará seis años en prisión por secuestro, coerción y lesiones. Su cómplice, de 61 años, Willi D., fue condenado a cuatro años. Sus respectivas esposas, de 80 y 64 años, pasarán 21 y 18 meses en libertad condicional. Hubo que posponer el juicio contra un quinto acusado por razones de salud.

Roland Kaspar y Willi D. acudieron este verano a conversar con su asesor, James Amburn, en la residencia de éste, en la ciudad renana de Speyer. No lograron un acuerdo y pusieron en marcha su plan: redujeron a su víctima, lo inmovilizaron con cinta adhesiva, lo metieron en una caja y lo llevaron en una carretilla hasta el coche de uno de los condenados. Así atravesaron todo el centro de Speyer y recorrieron 500 kilómetros hasta Chiemsee, donde comenzaron a renegociar la situación.

"Una película mala"

La víctima recuerda: "Era todo surrealista, como en una película mala". Cumpliendo una de las exigencias de los pensionistas, Amburn envió un fax a su banco suizo, en el que pudo introducir una petición de socorro. La policía lo liberó tras cuatro días de secuestro y desarticuló la banda.

Los jubilados conocieron a Amburn en Florida, donde disfrutaban de los retiros dorados por los que es célebre esa península. El asesor financiero, de 57 años, es hijo de un soldado estadounidense. Antes de mudarse a Speyer con su cuarta esposa en 2007 vivía entre los dos continentes. Se especializó en buscar inversores alemanes para proyectos inmobiliarios. Su excelente alemán le sirvió para convencer al cuarteto de ancianos de que fundaran empresas tapadera con las que lucrarse sin pagar impuestos y que servirían, además, para evitar los impuestos de sucesiones. Cuando dejaron de cumplirse las vistosas promesas financieras, sus clientes se quedaron sin ahorros.

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